domingo, 17 de noviembre de 2013

Cuando miro al cielo.

Había una vez dos estrellas. Ya sabéis que, aunque parezca que dos estrellas están cerca, están realmente lejos la una de la otra. La historia que voy a contar tiene mucho que ver con esto. Mo era una estrella que tenia a alguien que quería realmente lejos. Era otra estrella, su nombre era Oz. Era la estrella a la que mas quería, pero también a la que tenia mas lejos. Y aunque él estuviese lejos sentía que siempre estaba allí para ella. Como estaban lejos las veces que se hablaban debían hacerlo gritando, pero esos gritos molestaban a las demás estrellas. Por eso un día, el Dios del cosmo en el que habitaban les prohibió la única manera que tenían de comunicarse. Ahora imaginad que os quitasen, bueno, mas bien os prohibiesen, la única manera que tenéis de comunicaros con quien mas queréis. No saber nada el uno del otro. Doloroso, ¿verdad? Pues eso les paso a Mo y Oz. Imaginad tener que existir sin lo que mas queréis. 

Ambos eran infelices. Cuando las estrellas son infelices, dejan de brillar, poco a poco.  Eso les paso a Mo y Oz. Pero eso no les entristecía realmente, porque a medida que las estrellas dejan de brillar, llega un punto en el que caen, que es lo que nosotros llamamos ''estrellas fugaces''. Por eso caen, por eso las vemos caer. 

¿Y qué pasa con ellas cuándo caen? Llegan a un concreto punto de la Tierra, perdido y que todos desconocen, en donde caen. Y allí, después de un par de segundos, desaparecen. Mo y Oz sabían que si eso acababa por pasar solo estarían unos segundos cerca, pero habiendo estado lejos desde que se conocían eso les parecía un regalo. Y aunque eso fuera el camino a su muerte, esperaban ansiosos su caída. 

Y en poco tiempo, aquel momento llegó. Las demás estrellas, como espectadores, las vieron caer. Los humanos, desde su hogar, las vieron caer desde el cielo a un lugar desconocido. Al estar apunto de desaparecer para siempre, ambas estrellas se sentían tan bien por poder estar una al lado de la otra que era algo indescriptible. Se miraron, se dijeron cuanto se querían y desaparecieron. 

Ambos murieron siendo felices. Resulta imposible, ¿verdad? Morir siendo feliz... Para Mo y Oz fue posible. Pero dicen también, que cuando una estrella desaparece, o en este caso desaparecen, nace una nueva. Eso es cierto. Nace una nueva estrella justo en el sitio donde estaba la que desapareció. Por lo tanto, dos mismas estrellas ocuparon el lugar de Mo y Oz. 

La historia se repitió. Y así hasta ahora. 

En parte me entristece que la historia se repita, que solo por nacer en un lugar tengas un destino que no puedas cambiar por poco que te guste. 

Hoy vi dos estrellas fugaces; me acuerdo de esta historia cada vez que veo dos estrellas caer, desaparecer... Ojalá yo también pudiera desaparecer junto a la persona que mas quiero.

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