lunes, 6 de mayo de 2013

Es solo una historia mas.

Su vida era un pozo de oscuridad. Mirase dónde mirase solo veía un interminable fondo negro que le causaba escalofríos. No sabía si había alguien ahí; si alguien le podía escuchar. ¿Qué habría más allá de ese interminable fondo negro? Unos barrotes de frío hierro le impedían descubrirlo. Avanzando un día se choco contra algo duro, fue el principio de un circulo de barrotes que la rodeaban. Su temperatura corporal allí se mantenía caliente a pesar del frío que parecía dar aquel lugar aterrador y que contrastaba con los helados barrotes en los que daba igual cuanto tiempo posara sus suaves y delicadas manos, seguían tan helados como al principio. Poco más sabía de aquel lugar, tampoco sabía como había llegado allí. A veces decaía, se sentía tremendamente débil y tan sólo quería salir de allí. Aquel sitio le agobiaba; gracias a ello quizás se desarollo una especie de claustrofobia como conseqüéncia a pasar encerrada allí parte de su vida, si es que aun estaba viva. Aquello era peor que estar muerta, se repetia. ''Quiero morir, quiero ser libre. Esto no es vivir'', gritaba con sus ojos inudandos en lágrimas que ignoraban. Entonces escuchaba aquella voz. Cada vez que perdía la cordura una voz le hablaba, una voz que ignoraba sus llantos. Le hablaba con un tono maternalmente frío; como si el consuelo de un desconocido pudiera ayudarle. A veces las palabras no son suficiente, y esta era una de esas veces. Ella solo quería ver que no estaba sola inmersa en aquella enorme oscuridad. Solo quería un cálido abrazo, un sueño ansiado para ella. Sabía calmarse, pero no porque aquellas mecánicas palabras le calmasen sino porque vio que era inútil. Era inútil gritar, llorar, exigir algo... Incluso vivir.

Un día un milagro ocurrió. Si pudieráis sólo hablar con ella os diria lo indescriptiblemente bien que se sintio cuándo abrio los ojos y pestañeo asombrada de lo que vio ante sus ojos... Gente como ella, árboles, el sol que tanto ansiaba volver a ver para que iluminase su vida e infinidad de cosas mas. Este era sin duda su mundo, estaba segura. Lo recordaba, pero al parecer nadie la recordaba a ella. Tampoco sabía dónde estaba. Su felicidad empezaba a disminuir. Tenía miedo. ''Alguien me ayudará'', pensó. Pero, ¿por qué notaba a la gente tan fría? Era como si estubieran programados, como si nada pudiera sacarles de su rutina. Se armó de valor y se plantó delante de un señor. Serio, trajeado. Así era él. Notó su presencia y agachó la cabeza en dónde vió a aquella pequeña niña a la que aquel mundo le quedaba tan grande. Le temblava la voz, quería decir algo pero no podía. ''¡Disculpe! ¿Podría decirme dónde estoy? Podría tan solo... ¿Ayudarme?'', consiguió decir lo más fuerte que le fue posible para que aquel hombre le escuchara. El hombre la miro de arriba a abajo, pero solo se fijo en su rostro. Su alborotado cabello ocultaba prácticamente todo su rostro sonrojado, y en sus ojos, se veía su miedo. Cualquiera le habría ofrecido su ayuda a aquella niña indefensa, ¿no creen? Pero no aquel hombre. No en en aquel mundo. No en un sitio egoísta en dónde cada cuál solo se preocupa de él mismo, en dónde solo quieren que las cosas les vayan bien a ellos y las desgracias de los demás no sean notablemente importantes para ellos. Un lugar en dónde no se valora la vida de los demás pero tampoco sus muertes. Habréis deducido pues, que la respuesta de aquel señor fue totalmente opuesta a algo bueno. ''No se quién eres, ¿por qué debo ayudarte? Cuidate tu sola'', respondió. Y poco a poco en sus ojos se fueron formando pequeñas y transparentes lágrimas que ni ella era consciente de que estaban ahí, cayendo por sus mejillas. Tenía miedo. Pero ni aquella triste imagen pudo ablandar el corazón de aquel hombre que después de contestarle prosiguió su camino.

Andaba sin rumbo, pérdida. Sin conciéncia, asustada. A lo lejos diviso un campo de hierba verde. Tranquilo, apacible, en dónde el viento hacía ondear aquella hierba verde. Y en medio de aquel paisaje un bello y exuberante árbol que producía una agradable sombra en la cuál sentarse. Casi le imnotizaba el ir allí y sentarse a la sombra de aquel árbol. Al estar allí se puso a pensar que en aquel mundo que creía mejor que su jaula y su oscuridad se encontró que estaba realmente sola. Almenos en la jaula entendía que estubiera sola ya que estaba encerrada en medio de la naday ni eso, allí almenos había una voz que, aunque nunca la apreció realmente, le hacía compañia que le mostraba que había alguien ahí aunque desconociese el rostro de aquella persona... Ahora estaba encerrada en un mundo extremadamente grande que le daba la espalda porque tristemente si algo aprendió es que cada uno tiene que preocuparse por él mismo. Depender de alguien o contar con su apoyo en este mundo, no era una opción.

Realmente ya no recuerdo el final de esta historia. Quizás ni si quiera tiene final. Ah si, una última cosa. Aquella niña, era yo.
Es posible que tengan razón, quizás si me infravaloro, quizás si tengo el autoestima bajo, quizás. Yo no niego nada. ¿Pero sabéis? Hay, como en todo, una causa. Los comentarios negativos siempre los he tenido en cuenta y los positivos los he ido olvidando poco a poco... Además de que en mi vida siempre ha habido más gente en mi contra que de mi lado. Era y es como: Malos comentarios everywhere.

Pero... ¿No lo habéis pensado? Me dicen que me infravaloro cuándo relamente no se han puesto a pensar el motivo por el cuál lo hago. Sí, puede ser que fuera por lo que he comentado anteriormente, o puede que no. Puede que realmente sea idiota, sentimental y todas esas cosas que odio de mí y que le recuerdo constantemente a la gente que soy. ¿Eh? ¿Por qué nadie nunca ha pensado o ha querido admitir que eso pudiera o fuera cierto? Es posible que se esten equivocando, no lo se. Realmente no se ni lo que pienso de mí.
HTML,BODY{cursor: url("http://downloads.totallyfreecursors.com/cursor_files/candypink.ani"), url("http://downloads.totallyfreecursors.com/thumbnails/candypink.gif"), auto;}